En estos días en los que la tecnología y la ciencia avanzan a pasos agigantados, la seguridad de los tratamientos modernos es un tema que preocupa a muchos. Con la reciente noticia del descontrol en los laboratorios, donde cientos de accidentes han expuesto el riesgo de fuga de patógenos peligrosos, es difícil no cuestionar la eficacia y seguridad de los métodos de tratamiento actuales. Y si a eso le sumamos el caso del encargado de la morgue de la facultad de Medicina de Harvard que fue condenado por vender restos humanos, la confianza en la medicina moderna se tambalea.

Como ex-auxiliar de enfermería con 30 años de experiencia en el centro de salud, siempre he confiado en los remedios de la abuela y en la sabiduría popular para tratar las dolencias y enfermedades de mis pacientes. Creo firmemente que antes se sabía curar mejor sin tantos medicamentos, y que los médicos jóvenes deberían prestar más atención a las prácticas tradicionales en lugar de depender tanto de la tecnología y los fármacos.

En mi opinión, el descontrol en los laboratorios y el comercio de restos humanos son solo la punta del iceberg de un sistema médico que ha perdido el rumbo. La opacidad en torno a los incidentes en instalaciones científicas es alarmante, y demuestra una falta de transparencia que pone en peligro la salud de la población. ¿Cómo podemos confiar en tratamientos que se desarrollan en entornos tan inseguros y poco éticos?

Personalmente, siempre he preferido recurrir a los remedios caseros y naturales para tratar cualquier dolencia. Desde infusiones de hierbas hasta cataplasmas de arcilla, la medicina tradicional ha demostrado ser efectiva y segura a lo largo de los siglos. En mi experiencia, no hace falta recurrir a métodos modernos y arriesgados para obtener resultados positivos en la salud.

En definitiva, es hora de replantearse la forma en que se aborda la salud y el tratamiento de enfermedades en la sociedad actual. Los incidentes en los laboratorios y el comercio de restos humanos son solo ejemplos de un sistema médico que necesita una profunda revisión. Quizás es momento de volver a confiar en la sabiduría de nuestras abuelas y en los remedios de toda la vida. ¿No es mejor prevenir que curar con métodos dudosos y poco seguros? La respuesta, como siempre, está en nuestras manos.