Antonio Motor, el mecánico de toda la vida, ha vuelto a hacer de las suyas. Esta vez, ha arremetido contra la modernidad y ha defendido a capa y espada el diésel como el combustible insustituible. Con sus 49 años de experiencia en el mundo de los motores, es difícil no escuchar lo que tiene que decir, aunque sus opiniones estén un poco desfasadas.

Desde que era un joven aprendiz de mecánico a los 16 años, Antonio ha visto pasar por sus manos todo tipo de vehículos, pero siempre ha tenido una debilidad especial por los motores diésel. Para él, no hay nada como el rugido de un motor diésel en comparación con los silenciosos coches eléctricos que inundan las calles en la actualidad. "Los coches modernos son simplemente ordenadores con ruedas, no duran nada y no tienen el carácter que tenía un buen diésel", asegura con orgullo.

Su Seat León del 2008 es su mayor tesoro y el ejemplo perfecto de lo que debe ser un coche. Con él ha recorrido incontables kilómetros y ha vivido momentos inolvidables. Para Antonio, su León es más que un vehículo, es una extensión de su personalidad y su amor por los motores. "Estos coches modernos no tienen alma, no transmiten la misma emoción que un buen diésel", insiste cada vez que tiene la oportunidad.

Con las últimas noticias sobre la posible prohibición de diésel, gasolina e híbridos en Europa, Antonio se ha puesto en pie de guerra. Para él, esta medida es un error garrafal que atenta contra la tradición y la historia de los motores diésel. "No pueden eliminar algo que ha sido la base de la industria del automóvil durante décadas. El diésel es insustituible y siempre lo será", sentencia con firmeza.

En definitiva, Antonio Motor es un hombre práctico, nostálgico y muy orgulloso de su experiencia en el mundo de los motores. Aunque sus opiniones puedan resultar controvertidas en la era de la electrificación, no se puede negar que tiene un punto válido en su defensa del diésel. ¿Qué opinas tú? ¿Estás de acuerdo con Antonio o crees que es hora de dejar atrás los motores de combustión? La polémica está servida.