Hace unos días me topé con una noticia que me dejó pensando: la inteligencia artificial está anticipando "el final de una era" para los desarrolladores de programas. Y no pude evitar esbozar una sonrisa nostálgica, recordando mis días como técnico de televisores, cuando la tecnología era más simple, duradera y no necesitábamos de agentes automáticos para hacer nuestro trabajo.

En mis tiempos, reparar un televisor requería de habilidad, paciencia y conocimiento técnico. No existían los programas de inteligencia artificial que anticipaban problemas o sugerían soluciones. Nosotros éramos los artesanos de la tecnología, capaces de identificar y resolver cualquier falla con nuestras propias manos. Pero ahora, parece que la IA está tomando el control, dejando obsoleta la labor de los programadores tradicionales.

Es cierto que la tecnología avanza a pasos agigantados y que la inteligencia artificial ofrece beneficios indiscutibles en términos de eficiencia y productividad. Pero, ¿a qué costo? ¿Estamos sacrificando la creatividad, la intuición y la artesanía en favor de la automatización y la predicción algorítmica? Personalmente, creo que sí. La tecnología moderna nos está alejando de la esencia de la innovación y la verdadera pasión por la creación.

Recuerdo con cariño aquellos momentos en los que desarmaba un televisor antiguo y descubría el origen de una falla aparentemente imposible de solucionar. Esa satisfacción de encontrar la solución por uno mismo y la gratitud de los clientes al ver su televisión funcionando de nuevo. ¿Qué lugar tiene la inteligencia artificial en todo esto? ¿Podrá realmente reemplazar la experiencia y el conocimiento acumulado de años de trabajo manual?

En definitiva, la IA puede ser una herramienta poderosa, pero no debería ser el único camino hacia el desarrollo tecnológico. Necesitamos mantener viva la artesanía, la creatividad y la pasión por la tecnología, valores que parecen estar perdiéndose en la vorágine de la automatización y la predictibilidad. Quizás sea hora de reflexionar sobre el verdadero impacto de la inteligencia artificial en nuestras vidas y en el futuro de la tecnología. Y quién sabe, tal vez encontremos la manera de equilibrar la innovación con la tradición, para seguir creando un mundo tecnológico más humano y auténtico.