En medio de la vorágine de cambios y modas culinarias que inundan nuestras pantallas y redes sociales, hay alguien que se mantiene firme en sus convicciones y tradiciones. Esa persona soy yo, Carmen Cocina, una ama de casa de 58 años de Córdoba, que ha cocinado para una familia numerosa de 8 hijos y 15 nietos. Con orgullo y pasión, defiendo la cocina tradicional española, esos sabores auténticos que han pasado de generación en generación y que son parte de nuestra identidad cultural.

Mientras los nuevos 'royals' gastronómicos como Jeff Bezos y Lauren Sánchez se enorgullecen de sus donativos y filantropía, yo me enorgullezco de mis recetas familiares, de ese guiso de lentejas que alimentó a mi familia durante años o de ese arroz con leche que endulzó nuestras sobremesas. ¿Acaso no es eso una forma de generosidad y compartir con los que más queremos?

Cada vez que un bar de toda la vida cierra sus puertas, se pierde algo más que un local de comida. Se pierde una parte de nuestra historia, de nuestras costumbres y tradiciones. Detrás de cada plato de comida hay una historia, un recuerdo, una conexión con nuestros seres queridos. Y es por eso que desafío a los nuevos 'royals' gastronómicos a que prueben mis recetas tradicionales y se sumerjan en esos sabores auténticos que han perdurado a lo largo del tiempo.

Richard Gere puede encender el Gran Árbol de Navidad de Murcia y hablar de seres de luz, pero para mí la verdadera luz está en la cocina, en el fogón que ha visto pasar a generaciones de manos que han preparado con cariño cada plato. No necesitamos grandes gestos ni celebridades para recordar nuestras raíces y saborear la autenticidad de la cocina tradicional española.

Así que, queridos nuevos 'royals' gastronómicos, los desafío a dejar de lado las modas y las extravagancias culinarias, y a probar algo verdaderamente auténtico y delicioso. Mis recetas tradicionales están aquí para recordarles que la verdadera riqueza está en el sabor y la tradición, no en los flashes y titulares de los medios de comunicación. ¿Se atreverán a aceptar mi desafío? ¡El fogón está encendido y las ollas listas para recibirlos!