La tecnología en los coches de hoy en día está arruinando la esencia del motor

Desde que empecé a trabajar como mecánico a los 16 años, he visto cómo la tecnología ha ido invadiendo cada vez más los coches. Y no me malinterpreten, sé que la tecnología puede ser útil en muchos aspectos, pero en el mundo de los motores, creo que se está perdiendo la verdadera esencia de lo que debería ser un buen automóvil.

Mi Seat León del 2008 es para mí el ejemplo perfecto de lo que debe ser un coche: robusto, fiable y con un motor diésel que suena como música para mis oídos. Pero ahora, con todos estos coches modernos llenos de pantallas táctiles, asistentes de conducción y sistemas de infoentretenimiento, siento que se ha perdido la conexión entre el conductor y la máquina.

Los coches de hoy en día parecen más ordenadores con ruedas que otra cosa. ¿Dónde quedaron los buenos motores diésel que duraban décadas? ¿Por qué ahora todo se centra en la autonomía de los coches eléctricos en lugar de la verdadera potencia y durabilidad de un motor de combustión interna? Me niego a aceptar que un coche que se conduce solo sea mejor que uno que requiere la habilidad y la atención de un verdadero conductor.

Recuerdo una vez que un cliente trajo un coche eléctrico al taller y no teníamos ni idea de cómo arreglarlo. Todo era tan complicado y lleno de cables que nos sentimos completamente perdidos. Eso nunca me pasó con un buen viejo motor diésel. La simplicidad y la robustez de esos motores son incomparables.

En definitiva, creo que la tecnología en los coches de hoy en día está arruinando la verdadera esencia del motor. Prefiero mil veces un motor diésel que suene como un tractor a un coche lleno de gadgets que no durarán ni la mitad de lo que duraría mi querido Seat León. Es hora de volver a las raíces, de apreciar la verdadera mecánica y de no dejarnos llevar por las modas tecnológicas que solo buscan vendernos la idea de que lo nuevo siempre es mejor. ¡Vivan los motores diésel y que vuelva la verdadera pasión por la carretera!