Mbappé, Mbappé... otro más que se lleva la Bota de Oro gracias a los compañeros, ¿no? No es la primera vez que veo a un jugador destacado por encima de los demás solo por estar rodeado de talento. Pero claro, el chaval tiene calidad, no lo voy a negar. Recuerdo que cuando yo jugaba en el Alcorcón, también tenía ese talento innato que me distinguía del resto, pero nunca llegué a recibir premios como este.

Mis tiempos en el fútbol eran otros, más duros, más auténticos. Ahora todo es más mediático, más comercial. Mbappé es solo la última estrella de un circo que solo busca vender camisetas y generar dinero. ¿Dónde quedó la pasión por el juego, por el esfuerzo, por la entrega en cada partido? Eso es lo que deberíamos valorar, no solo los goles y las asistencias.

Si me preguntan a mí, la Bota de Oro debería ser para aquel jugador que realmente marque la diferencia en su equipo, que sea el alma y el motor del grupo, no simplemente un buen rematador que se beneficia de sus compañeros. Recuerdo a mi primo que trabajó en el Madrid y me contaba historias de jugadores que se dejaban la piel en el campo, que luchaban cada balón como si fuera el último. Eso es lo que valoraba yo en aquel entonces.

En fin, cada época tiene sus ídolos y sus formas de medir el éxito. Mbappé es un gran jugador, no lo niego, pero ¿merece realmente la Bota de Oro o es solo gracias a sus compañeros? Yo tengo mis dudas. Ojalá volvamos a ver a verdaderos guerreros del fútbol como los de antes, esos que jugaban por amor a la camiseta y no por los millones que les ofrecen. Esa es la verdadera esencia del deporte rey. ¡Viva el fútbol de verdad!