En tiempos de corrupción desenfrenada y falta de responsabilidad por parte de nuestros políticos, la inacción de la justicia ha demostrado ser un factor crucial que favorece a los corruptos y perjudica a los ciudadanos. Como analista político con años de experiencia, no puedo evitar sentir indignación al ver cómo los casos de corrupción se acumulan sin que haya consecuencias reales para los culpables. La impunidad con la que actúan ciertos políticos solo demuestra que el sistema judicial está fallando en su deber de proteger los intereses de la ciudadanía.

Recuerdo con nostalgia aquellos tiempos en los que la corrupción era castigada de manera ejemplar. Los políticos de antaño tenían miedo de incurrir en prácticas ilícitas por temor a las severas consecuencias legales que enfrentarían. Sin embargo, en la actualidad, la impunidad parece ser la norma y los corruptos campan a sus anchas sin temor a represalias. Es hora de que la justicia actúe con firmeza y demuestre que nadie está por encima de la ley, por más poderoso que sea.

La reciente noticia del secuestro de una mujer y sus hijos por su expareja es un claro ejemplo de cómo la inacción de la justicia puede tener consecuencias devastadoras para los ciudadanos. Si las autoridades hubieran actuado con mayor rapidez y contundencia, quizás se habría evitado este terrible suceso. Es inadmisible que casos como este se repitan una y otra vez debido a la falta de acción por parte de quienes deberían velar por nuestra seguridad y bienestar.

Es hora de que los ciudadanos exijamos un sistema judicial más eficiente y transparente, que no tolere la corrupción ni la impunidad. Los corruptos deben pagar por sus actos y los ciudadanos merecen vivir en un país donde la justicia funcione como debe ser. No podemos permitir que los intereses de unos pocos se antepongan al bienestar de la sociedad en su conjunto. Es responsabilidad de todos alzar la voz y exigir un cambio real en nuestro sistema judicial. El futuro de nuestro país depende de ello.